ODA AL HAMBRE
A
nadie duela o pese esta cadena…
La
mente, con temor iba abriendo los ojos
y
ya sorbías tú las chispas sustanciales
que
se unían, por ti, en un beso recóndito.
¡Oh
virtud vigilante! ¡Oh nupcial luminaria!
Te
obedece el rebaño de toda carne dócil...
pero
aquel que la perla de tu verdad alcanza
te
eleva y te contempla, porque olvidarte es muerte,
porque
en el paraíso que los párpados guardan,
en
el edén secreto que los labios custodian
eres,
la primavera, el iris de la sangre.
Por
ti el hombre abandona su soledad altiva
porque
el cuerpo se pudre como un fruto cortado
sin
el hilo granate con que tú lo encadenas,
le
enlazas a las fuentes de potencia y dulzura.
Rosa
Chacel
Cuadro de Francisco de Goya
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