CERRADA PUERTA
No mientas
cabelleras diáfanas, ardientes goces,
columnas de
pórfido, celestiales anhelos;
no mientas
un cuerpo dichoso rodeado por la luz
como era
barca joven que desprecia las ondas.
No engañes
con tu tibieza de astro reluciente
fuerte valor
para buscar la vida,
para trazar
la germinante estela
donde el
amor como la leche fluye.
No.
La realidad
votiva aspira a ese jardín de palmas
donde los
seres convertidos en lanzas
todavía te
buscan, azul topacio u oro
que te
escapas sin cielo por otros paraísos.
El frenesí
de la luna y los besos,
mezclados
como sangres en la puerta cerrada,
donde claman
los puños de los que nunca vivieron,
de los que
muertos mutilados flotan en aguas frías.
Paraíso de
lunas sajadas con desvío,
con filos de
vestidos o metales dichosos,
aquellos que
no amaron porque sabían siempre
que el polvo
no circula ni sustituye a la sangre.
Amar a esa
luz violeta los párpados cerrados,
donde un ave
no puede guarecer su temblor,
donde todo
lo más algún pétalo frío
amanece de nácar
imitando a lo vivo.
Es pesada
puerta jamás girará.
Un rostro o un peñasco, una canción o un puente milenario
unen el hilo de araña al corazón del monte,
donde la
muerte vida a vida lucha
por alumbrar
la pasión entre el relámpago que escapa.
Una mano del
tamaño del odio,
un
continente donde circulan venas,
donde aún
quedaron huellas de unos dientes,
golpea un
corazón como mar encerrado,
golpea unas
encías que devoraron luces,
que tragaron
un mundo que nunca había nacido,
donde el
amor era el chocar de los rayos crujientes
sobre los
cuerpos humanos derribados por tierra.
Vicente Aleixandre
Cuadro: "Pasaje por el dolor" de Miguel Oscar Menassa
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