NUESTRO
TIEMPO
Cuando
nos dimos cuenta, ya estaba en las ventanas,
como
para quedarse. Pero ahora nada
nos
ilumina sino esa vaga niebla.
A
veces, una luz desgarradora.
El
nuestro fue otro tiempo mucho más inocente:
Todavía
en las obras celebrábamos
cuando,
sin accidentes, la estructura.
Llegaba
a lo más alto y se cubrían aguas.
Vivíamos
en calles a las que les sentaba bien un nombre.
Como
el de las Camelias.
Entre
las azoteas, cada noche
se
encendían las luces
del
ático de nuestra juventud.
Entre
las voces suaves y lejanas,
alguna
vez, se oye un grito de pánico.
Pero
una herida
es
también un lugar donde vivir.
Joan
Margarit
Galardonado con el Premio Cervantes 2019
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