LOS
AVIONES
Las
luces se apagaron cante el torrente súbito,
el
gran Tomate Histórico se instaló en las afueras.
Los
huevos que cayeron inventaron al Bosco.
Parecía
mentira tanta muerte a pedazos.
hacia
la mar remota de desiertos poblados,
hacia
la oscura noche de la perfecta ausencia
que
apenas entrevemos cuando estamos dormidos.
Después
la calma ardiente y violenta de un trópico
de
sangre y humo bajo las ruinas de la luna.
Los
perros que tenían el secreto del miedo
lamieron
los escombros de la pálida sombra.
Los
tranvías llevados a encerrar, retornaron;
la
Cibeles detuvo sus leones heridos;
un
lobo aullante, largo, se instaló en la avenida.
La
sirena anunciaba el crimen ya pasado.
La
sonrisa no había sucumbido del todo.
Un
pueblo enamorado de la vida sacaba
de
su dolor antiguo, universal y abierto,
la
fuerza necesaria para una sonrisa.
Raúl
González Tuñón
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