domingo, 30 de julio de 2023

SI ME HICIERA COSQUILLAS EL ROCE DEL AMOR


 

SI ME HICIERA COSQUILLAS EL ROCE DEL AMOR

 

 

Si me hiciera cosquillas el roce del amor

si una niña tramposa me robara a su lado

y horadase sus pajas rompiendo mi vendado corazón,

si ese rojo escozor pudiera dar a luz

la risa en mis pulmones como pare el ganado,

no temería yo a la manzana ni al diluvio

ni a la sangre maligna de la primavera.

 

¿Qué será, mach o hembra? Se preguntan las células

y como un fuego arrojan desde la carne la ciruela.

Si me hiciera cosquillas la cabellera incubadora,

el hueso alado que crece en los talones,

la comezón del hombre sobre el muslo del niño,

no temería al hacha ni a las horcas

ni a las vacas cruzadas de la guerra.

 

¿Qué será, macho o hembra? Se preguntan los dedos

que llenan las paredes de niñas inmaduras

con sus hombres dibujados a tiza.

Si me hiciera cosquillas la avidez del granuja

que insufla su calor al nervio en carne viva

no temería al diablo sobre el lomo

ni a la tumba veraz.

 

Si me hiciera cosquilla el roce de los amantes

que no borra ni las patas de gallo ni la risa sin dientes

sobre magras quijadas en la vejez enferma,

el tiempo y las ladillas y el burdel de amoríos

me dejaría frío como manteca para moscas,

las espumas del mar bien podrían ahogarme

cuando rompen y mueren al pie de los amantes.

 

La mitad de este mundo es del demonio, la otra mitad es mía,

bobo por esa droga fumada en una niña

y enredado en el brote que bifurca su ojo.

La tibia del anciano y mi hueso tienen la misma médula

y todos los arenques huelen dentro del mar,

yo me siento y contemplo bajo mi uña al gusano

que corroe lo vivo.

 

Y éste es el roce, único roce que hormiguea.

El mono contrahecho que se hamaca a lo largo de su sexo

desde las húmedas tinieblas del amor y el tirón de la nodriza

no puede hacer surgir la medianoche de una risa entredientes,

ni del momento en que encuentra una belleza entre los pechos

de la amante, la madre, los amantes o toda su estatura

en la punzante oscuridad.

 

¿Y qué es el roce? ¿La pluma de la muerte sobre el nervio?

¿Es tu boca, amor mío? ¿El abrojo en el beso?

¿Mi payaso de Cristo nacido sobre el árbol entre espinas?

Las palabras de la muerte son más secas aún que tu mismo

cadáver

y mis heridas llenas de palabras tienen las huellas de tu pelo.

Me haría cosquillas el roce del amor, pues bien:

hombre, sé mi metáfora.

 

Dylan Thomas

Gran Bretaña, 1914
Cuadro: "Placeres secretos" de Miguel Óscar Menassa

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