viernes, 21 de julio de 2023

DESTINO DE LA CARNE

 


DESTINO DE LA CARNE

 

 

No, no es eso. No miro

del otro lado del horizonte un cielo.

No contemplo unos ojos tranquilos, poderosos,

que aquietan a las aguas feroces que aquí braman.

No miro esa cascada de luces que descienden

de una boca hasta un pecho, hasta unas manos blandas,

finitas, que a este mundo contienen, atesoran.

 

Por todas partes v eo cuerpos desnudos, fieles

al cansancio del mundo. Carne fugaz que acaso

nació para ser chispa de luz, para abrasarse

de amor y ser la nada sin memoria, la hermosa redondez de la luz.

Y que aquí está, aquí está, marchitamente eterna,

sucesiva, constante, siempre, siempre cansada.

 

Es inútil que un viento remoto, con forma vegetal, o una lengua,

lama despacio y largo su volumen, lo afile,

lo pula, lo acaricie, lo exalte.

Cuerpos humanos, rocas cansadas, grises bultos

que a la orilla del mar conciencia siempre

tenéis de que la vida no acaba, no, heredándose.

Cuerpos que mañana repetidos, infinitos, rodáis

como una espuma lenta, desengañada, siempre.

¡Siempre carne del hombre, sin luz! 

Siempre rodados desde allá, 

de un océano sin origen que envía ondas, 

ondas, espumas, cuerpos cansados, 

bordes de un mar que no se acaba 

y que siempre jadea en sus orillas.

 

Todos, multiplicados, repetidos, sucesivos, amontonáis la carne,

la vida, sin esperanza, monótonamente iguales bajo los

cielos hoscos que impasibles se heredan.

Sobre ese mar de cuerpos que aquí vierten sin tregua, 

que aquí rompen redondamente y quedan mortales en las playas,

no se ve, no, ese rápido esquife, ágil velero

que con quilla de acero, rasgue, sesgue,

abra sangre de luz y raudo escape

hacia el hondo horizonte, hacia el origen

último de la vida, al confín del océanos eterno

que humanos desparrama

sus grises cuerpos. Hacia la luz, 

hacia esa escala ascendiente de brillos que

de un pecho benigno hacia una boca sube,

hacia unos ojos grandes, totales que contemplan,

hacia unas manos mudas, finitas, que aprisionan,

donde cansados siempre, vitales, aún nacemos.

 

Vicente Aleixandre

No hay comentarios:

Publicar un comentario