LOS CIEGOS
¡Contémplalos, alma mía;
son verdaderamente horrorosos!
Semejantes a los
maniquíes; vagamente ridículos;
terribles, singulares como
los sonámbulos;
lanzando no se sabe dónde
sus globos tenebrosos.
Sus ojos, de donde la
divina chispa se ha ido,
como si miraran a lo
lejos, permanecen levantados
al cielo; nadie les ve
jamás hacia los suelos
inclinar soñadoramente su
pesada cabeza.
Atraviesan así el negro
ilimitado,
este hermano del silencio
eterno. ¡Oh, ciudad,
mientras que a nuestro
alrededor cantas, ríes y bramas,
enamorada de placer hasta
la atrocidad!
Mira, yo me arrastro
también, pero, más que ellos
embrutecido,
digo: ¿Qué buscan en el
cielo todos esos ciegos?
Charles Baudelaire
Cuadro: "Hay que buscarlo" de Miguel Oscar Menassa
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