FINAL DE AÑO
Ni el
pormenor simbólico
de
reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora
baldía
que convoca
un lapso que muere y otro que surge
ni el
cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y
socavan
la
altiplanicie de esta noche
y nos
obligan a esperar
las doce
irreparables campanadas.
La causa
verdadera
es la
sospecha general y borrosa
del enigma
del Tiempo;
es el
asombro ante el milagro
de que a
despecho de infinitos azares,
de que a
despecho de que somos
las gotas
del río de Heráclito,
perdure algo
en nosotros:
inmóvil,
algo que no
encontró lo que buscaba.
Jorge Luis
Borges
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