TRASPIÉ ENTRE DOS ESTRELLAS
¡Hay gentes tan
desgraciadas, que ni siquiera
tienen cuerpo;
cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la
genial pesadumbre;
el modo, arriba:
no me busques, la muela
del olvido,
parecen salir del aire,
sumar suspiros mentalmente, oír
claros azotes en sus paladares!
Vanse de su piel, rascándose
el sarcófago en que nacen
y suben por su muerte de
hora en hora
y caen, a lo largo de su
alfabeto gélido, hasta el suelo.
¡Ay de tanto!, ¡ay de tan
poco! ¡ay de ellas!
¡Ay en mi cuarto, oyéndolas
con lentes!
¡Ay en mi tórax, cuando
compran trajes!
¡Ay de mi mugre blanca, en
su hez mancomunada!
¡Amadas sean las orejas sánchez,
amadas las personas que se
sientan,
amado el desconocido y su
señora,
el prójimo con mangas,
cuello y ojos!
¡Amado sea aquel que tiene
chinches,
el que lleva zapato roto
bajo la lluvia,
el que vela el cadáver de
un pan con dos cerillas,
el que se coje un dedo en una puerta,
el que no tiene
cumpleaños,
el que perdió su sombra en
un incendio,
el animal, el que parece
un loro,
el que parece un hombre,
el pobre rico,
el puro miserable, el
pobre pobre!
¡Amado sea
el que tiene hambre o sed,
pero no tiene
hambre con qué saciar toda su sed,
ni sed con qué saciar todas sus hambres!
¡Amado sea el que trabaja
al día, al mes, a la hora,
el que suda de pena o de
vergüenza,
aquel que va, por orden de
sus manos, al cinema,
el que paga con lo que le
falta,
el que duerme de espaldas,
el que ya no recuerda su
niñez; amado sea
el calvo sin sombrero,
el justo sin espinas,
el ladrón sin rosas,
el que lleva reloj y ha visto a Dios,
el que tiene un honor y no
fallece!
¡Amado sea el niño, que
cae y aún llora
y el hombre que ha caído y
ya no llora!
¡Ay de tánto! ¡Ay de tan
poco! ¡Ay de ellos!
César Vallejo
Cuadro. Vincent Van Gogf
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