sábado, 1 de octubre de 2022

EL REBAÑO



 

EL REBAÑO

 

A veces los corderos bajaban como nubes

cálidamente blancas por la dulce ladera.

Las alas de la tarde se batían dichosas

y Dios era un amigo sencillo con nosotros.

 

En la corte del sueño los hombres contemplaban

felizmente la vida blanquear en los campos

entre los besos húmedos del césped casi niño

que castamente daba su piel a la caricia.

 

La lana nos mullía amablemente todo,

la voz era en la lana una sonrisa sorda

y la luz en la lana, como la leche dulce

discurría chorreando su paz de media tarde.

 

Todo era como un humo gozoso. Maduraba

la pupila del hombre sus vegetales brillos

sobre todas las cosas. La vida se tendía

como los recentales bajo el beso del cielo.

 

El mundo trascendía de olores campesinos:

el romero, el espliego, la mejorana, el sauco,

la galipea, el pino, la resina, la salvia,

el heno y la tibieza cercana del ganado.

 

El vellón de la vida nos arropaba, éramos

niños en la guedeja maternal y sencilla.

Amor no es la palabra porque el amor acaso

duele siempre y destruye con su fuego glorioso.

 

Los corderos dejaban su blancor por los campos.

Dios venía a nosotros. Mas ¿así nos quería?

Una ubre con leche de discordia

estaba amamantando los cachorros del hombre.

 

Leopoldo de Luis

Cuadro: Animales lejanos de Miguel Oscar Menassa

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