EL CHICO VOLADOR
Tenía 8 años y
la cosa no iba
bien,
mi padre era
un bestia y mi madre
su sirvienta.
no caía bien a
los chicos
del
vecindario.
tenía un
escondite.
era en el tejado
del garaje.
allá arriba
hacía mucho calor
así que me
desnudaba y tomaba el sol
decidí
broncearme y ponerme
cachas.
hacía
flexiones y sudaba
al sol.
el tejado
estaba cubierto de gravilla
blanca que se
me clavaba en la
piel,
pero no llegué
a broncearme, sólo
se me puso la
piel de un rojo
idiota.
aún así, seguía
en el tejado.
era mi escondite.
entonces se me
metió en la cabeza que podía
volar.
no sé como
surgió, fue
gradual, la
idea de que podía
volar.
pero conforme
pasaba el tiempo la idea
iba cobrando
cada vez más
fuerza.
no sabía a
ciencia cierta por qué quería
volar
por la idea me
dominaba
cada vez más.
me encontré
encaramado al
borde del
tejado
varias veces
pero siempre
reculaba.
entonces llegó
la tarde en que
decidí que iba
a volar
de pronto,
tuve la seguridad de que podía,
estaba
eufórico.
salí al borde
del tejado,
di un salto y
aleteé con
los brazos,
caí a plomo y
me di
un buen golpe
contra el suelo
al levantarme
vi que me
pasaba algo
raro en
el tobillo
derecho.
apenas podría
andar.
cojeé hasta
llegar a casa, logré
llegar al
dormitorio y me
acosté
a una hora
después tenía el tobillo
hinchado,
inmenso,
me quité el zapato.
Mis padres
llegaron a
casa
más o menos
entonces.
-Henri, ¿Dónde
estás? –preguntó
mi padre.
-estoy aquí.
entraron los
dos, mi
padre primero
y mi madre
detrás.
-¿qué te ha
pasado en el
tobillo,
Henry? –preguntó mi madre.
-un accidente.
-¿un
accidente? –preguntó mi padre-, ¿qué
clase de
accidente?
-intentaba
volar, pero no ha dado resultado.
-¿volar?
¿cómo? ¿desde dónde?
-desde el
tejado del garaje
-así que ahí
es donde andabas
escondido
últimamente, ¿no?
-sí
¡-¿te das
cuenta de que habrá que
pagar a un
médico?
-¿te das
cuenta de que no
tenemos
dinero?
-no me hace
falta ningún médico.
-¡los médicos
cuestan dinero!
¡vete al baño!
Me levanté y
fui dando saltitos hasta el
cuarto de
baño.
-¡bájate los
pantalones!
¡los
calzoncillos!
lo hice.
-¡los médicos
cuestan dinero!
cogió el
suavizador de la
navaja
noté el primer
mordisco.
me estalló
en la cabeza
un
fogonazo.
volvió a darme
con el
suavizador,
el ruido que
hizo
contra mi piel
fue
horrible.
-¡putos
médicos!
El suavizador
volvió
a alcanzarme
y entonces
supe por qué
había querido
salir volando…
volando
a través de
las paredes,
salir volando
por la
ventana,
a cualquier
sitio lejos de
allí
Charles
Bukowski
Leído por
Esther Núñez
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