TODO SE IBA…
Había mujeres débiles,
y además mujeres fáciles
y mujeres fatales
que lloraban gritaban
sollozaban
delante de hombres de paja
que ardían.
Niños extraviados corrían
por calles en ruinas
muy pálidos al saber que
nunca más volverían a encontrarse.
Y jefes de familia
que ya no distinguían el
suelo del techo
revoloteaban de un piso al
otro
en una lluvia de felpudos
de lámparas de cucharillas y de plumones.
Todo se iba
la ciudad se desmoronaba
bullía se desmenuzaba
y giraba sobre sí misma
sin que pareciera moverse.
Unos cerdos negros cegados
en la súbita oscuridad
de una pocilga moderna en
desuso
galopaban.
La ciudad se iba
sudando sangre yagua
envases de gas reventados.
Los que solo soñaron en
heridas y golpes
se despertaban
decapitados
habiendo perdido peines y
cepillos
y otras cositas mundanas.
Una boda muy negra muerta
de pie
desde el padrino hasta los
novios
conservaban un equilibrio
de ceniza petrificada
frente a un fotógrafo
torrado aterrado.
Ruinas recientes
totalmente nuevas
homenaje de guerra
juegos de rompecabezas
ganancias y pérdidas
leña y carbón.
En lo que quedaba de una
casa de obreros
una tortilla abandonada
colgaba como ropa vieja
sobre un ventanal roto
y en las migajas de un
viejo lecho calcinado mezcladas con el
serrín gris de un armario volatilizado
la carne humana se
incorporaba al asado de carne comestible.
En las bambalinas del
progreso
hombres íntegros
proseguían integralmente la desintegración
progresiva de la materia viva
desamparada.
De “La pluie et le Beau
temps”
Jacques Prévert
Cuadro: "En mil fragmentos" de Miguel O. Menassa
Excelente poema sobre la descripción de la decadencia
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