VUELVE CUANDO LA LLUVIA
Hermanas de aire y frío,
hermanas mías:
¿cuál es esa canción que
se prolonga por las ramas y rueda contra el vidrio?
¿Cuál es esa canción que
yo he perdido y que gira en el viento y vuelve todavía?
Era lejos, muy lejos, en
las primeras albas de un jardín custodiado por ángeles y ortigas.
Cantábamos para siempre la
canción.
Cantábamos nuestra alianza
hasta después del mundo.
Era hace mucho tiempo,
hermana de silencios y de luna.
Era en tu adolescencia y
en mi niñez más tierna,
cuando apenas te habías
asomado a las sinuosas aguas del amor, que te apresaron pronto,
y aún te vestías contra
nuestro candor con el muestrario de las apariciones:
la novia fantasmal, el
alma en pena o la mendiga loca;
pero el día siguiente eras
la paz y el roce de la hierba.
Cuando te fuiste, falto el
cristal azul en la canción.
Era hace mucho tiempo,
hermana de aventuras y de sol.
Yo era la más pequeña y
seguía tus pasos por sitios encantados
donde había tesoros
escondidos en tres granos de sal,
un ojo de cerradura
enmohecida para mirar el porvenir más
bello y un espejo
enterrado en el que estaba escrita la palabra del supremo poder.
Tú inventabas los juegos,
las tentaciones, las desobediencias.
Fueron tantos los años
compartidos en fiestas y en adioses
que se trizó en pedazos la
canción tu mano abandonó la mía.
Hermanas de ráfaga y
temblor, hermanas mías,
las escucho cantar desde
las espesuras de mi noche desierta.
Sé que vuelven ahora para
contradecir mi soledad,
para cumplir el pacto que
firmó nuestra sangre hasta después del mundo,
hasta que completemos de
nuevo la canción.
Olga Orozco
Cuadro: "Celebración en el mar" de Miguel O. Menassa
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