EN EL MERCADO
Batas
de franela, un carmín perfecto
delineado
en unos labios.
Moldeados
danzando al son del viento,
bellezas
desfiguradas, desvanecidas…
cumplen
su misión de acariciar
la
curva del cielo con sus hombros
dorados.
Cráneos
golpeados, esperan pacientes,
en
primera línea algún ramo de rosas
portado
por un lechón en pantalones,
esperan,
con su sexo sangrante
y
mutilado, penetrado por las espinas
del
regalo de su amado.
Deseosas
de que ocupen su dedo
y
no su corazón, de calentar un
lecho,
de ser una oveja de carne
tierna
para el hambriento lobo.
Expulsan
un grito con sus dedos,
y
luego callan, porque ya
no
les pertenece
ni
su bata, ni sus cráneos,
ni
las espinas de las rosas ya podridas.
Cristina
Ajenjo Gómez
Integrante de los talleres de poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares
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