CIELO VIVO
Yo
no podré quejarme
si
no encontré lo que buscaba.
Cerca
de las piedras sin jugo y los insectos vacíos
no
veré el duelo del sol con las criaturas en carne viva.
Pero
no me iré al primer paisaje
de
choques, líquidos y rumores
que
trasmina a niño recién nacido
y
donde toda superficie es evitada,
para
entender que lo que busco tendrá su blanco de alegría
cuando
yo vuele mezclado con el amor y las arenas.
Allí
no llega la escarcha de los ojos apagados
ni
el mugido del árbol asesinado por la oruga.
Allí
todas las formas guardan entrelazadas
una
sola expresión frenética de avance.
No
puedes avanzar por los enjambres de corolas
porque
el aire disuelve tus dientes de azúcar.
Ni
puedes acariciar la fugaz hoja del helecho
sin
sentir el asombro definitivo del marfil.
Allí
bajo las raíces y en la médula del aire
se
comprende la verdad de las cosas equivocadas.
El
nadador de níquel que acecha la onda mas fina
y
el rebaño de vacas nocturnas con rojas patitas de mujer.
Yo
no podré quejarme
si
no encontré lo que buscaba
pero
me iré al primer paisaje de humedades y
latidos
para
entender que lo que busco tendrá su
blanco de alegría
cuando
yo vuele mezclado con el amor y las arenas.
Vuelo
fresco de siempre sobre lechos vacíos.
Sobre
grupos de brisas y barcos encallados.
Tropiezo
vacilante por la dura eternidad fija
y
amor al fin sin alba. Amor. ¡Amor visible!
Federico
García Lorca
De
“Poeta en Nueva York”
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