TESTIMONIOS
Nos oponemos a los grandes bosques
que extienden sus tentáculos
silvícolas
y chupan sangre del jardín obrero.
Somos de una familia de luciérnagas
que encienden sus fugaces
farolillos
al pie de las manzanas y duraznos.
Daremos testimonio contra el tigre
destazador de las joviales cabras,
y contra las serpientes invasoras
que lanzan de los ríos y lagunas
a las pequeñas ranas campesinas.
Comprendemos la pena de los nidos,
donde en cada polluelo ya se
escucha
la escala musical adolescente.
Y el pan que en nuestra casa no
tocamos
y limpio y sin ultraje permanece,
es para esa ternura proletaria
del indio que les da a sus alimentos,
mientras suenan las flautas de carrizo,
la morena sazón del abandono.
El día en que las últimas alondras
alcen un tribunal contra las fieras,
acudiremos con la ley agreste,
con los rurales códigos escritos
por el gorrión en hojas de centeno,
contra el sol y la lluvia, contra el frío,
la desnudez el hambre y el despojo,
porque hemos visto a las pesadas águilas devorar su salario al colibrí.
Germán Pardo García
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