ESPERANZA
La Esperanza solo fue una
amiga asustadiza;
se sentaba al otro lado de
la reja de mi celda
a observar cómo se iba
cumpliendo mi destino,
igual que hacían los hombres
de corazón egoísta.
En su miedo, podía llegar
a ser cruel:
a través de los barrotes,
un lúgubre día,
miré hacia fuera para
verla ahí,
¡y ella apartó su rostro!
Como un falso guardián
haciendo una guardia falsa,
aun cuando había lucha,
ella susurraba paz;
cantaba mientras yo lloraba,
pero, si yo escuchaba, se
callaba.
Era falsa e implacable:
cuando mis últimas alegrías
cubrían el suelo
y hasta la Pena miraba con
remordimientos
aquellas tristes reliquias
desperdigadas,
la Esperanza, en cambio,
cuyo rostro habría sido
un bálsamo para mi
convulso dolor,
abrió sus alas y se remontó
a los cielos,
se marchó, ¡y jamás volvió!
Emile Bronte
Cuadro: "Para llegar" de Miguel Oscar Menassa
No hay comentarios:
Publicar un comentario