A LA IMAGINACIÓN
Cuando agotados de la
extensa jornada,
y del terrenal cambio del
dolor por el dolor,
perdida, dispuesta a la
desesperación
tu cálida voz me convoca
de nuevo;
mi sincero amigo, nunca
estoy sola
si tu presencia y ese tono
me acompañan.
Sin esperanzas descansa el
mundo sin ti,
el mundo sin este doble de
mí;
tu mundo de astucias,
odios y duda,
de frías sospechas sin
lugar,
donde tú, yo y la Libertad
disfrutan una soberanía
muda.
Lo que importa es que todo
alrededor,
peligro, angustia y
oscuridad,
no rompen las cadenas de
nuestra soledad
donde habita el cielo en
su esplendor,
alimentado por diez mil
rayos eternos
de soles que no han
conocido el invierno.
La razón sin dudas habrá
de objetar
por la triste realidad de
la naturaleza,
explicando que el
sufrimiento del corazones vano,
y que sus preciados sueños
deben perecer;
la verdad con rudeza busca
asolar
las flores de la fantasía
que tímidas asoman.
Pero tú siempre serás el
que trae
las cerradas visiones que
retornan,
el aliento de nuevas glorias
caídas en primavera,
llamando a la vida de la
muerte,
susurrando con la divina
voz
de un mundo real y
brillante como tú.
No confío en la dicha de
tu fantasma,
pero en las horas quietas
de la noche,
con un incesante
agradecimiento
te doy la bienvenida,
bendito aliento,
fiel asistente de los
humanos deseos,
la más brillante esperanza
allí donde la esperanza
muere.
Emile Bronte
Cuadro: "Tendrá que aprender" de Miguel Oscar Menassa
No hay comentarios:
Publicar un comentario