jueves, 5 de febrero de 2015

Poemas del Recital 25 de enero de 2015


CANTO DESBORDADO

Voy junto a mis huesos:
es un modo muy triste de andar en compañía…

La tierra está húmeda de mí.
vivo de oscuridad, como la estrella,
queriendo ser la misma que no soy…

Me acuerdo de cosas que a nadie le interesan,
de raíles que no sirven ya para los trenes,
de huérfanos con cloroformo,
de casas que nunca han tenido enredaderas.

Es un modo muy triste…
sí, sobre todo para esta niña que no sabe…

¡Ah, Dios, Dios hecho con los martillos y las salamandras
mira cómo estallo entre mi carne,
cómo me río de no reír de la agonía que me corresponde,
mira como defiendo mi pedazo de cielo…

Haz un rincón de agua y una muchacha encima
que se llame por mi nombre.
desamparada, como el hilo perdido de una aguja
sí, para encontrármela
saliendo del espejo…

haz una palabra tierna para no decirla,
para no cantarla; que defina lo que se ahoga en el crepúsculo,
en ese instante último
donde ya ni los pájaros alcanzan a ser débiles…

sí, haz cualquier cosa:
un sitio en que el sol llegue a la sombra,
una lluvia que me salve,
un niño, una perdiz llorando;
algo, algo que se me rompa desde el centro hasta el aire:
algo… para saber de qué muerte me escondo…

dios esperando en las cucharas;
sí, tú,
suspendido sobre los cancerosos:
haz que él me regale una liga rosada.
Mira que soy de leche, de corazón, de polvo,
de pequeñas células terribles…
mira que puede nacer de mí la yerba…
mira que estoy cuidando tus palomas…

Guárdame la sonrisa debajo de los parques,
aunque nunca más me la devuelvas…
¡Échate en mis entrañas…!

Es necesario que no piense en el mar;
me sube por el pecho, callándose de pronto.
(Hay algo así en el mar, cansado c0mo esto.)

Ahora me gustaría un refajo de lunares,
una azucena enferma, un sonido naciendo:
algo que me tocara el alma de repente…

Sí, todos los saben ya, todos lo saben…

me han visto cruzar, pálida y despierta,
entre esas mujeres que llevan ojos y cintas.
Yo tenía tal vez una ostra en la mano,
y me paraba, casi alegre, en las esquinas…
¡Ah, Dios:
haciendo como que soy,
entre periódicos y flores;
borrándome contigo, simplemente…!


Carilda Oliver Labra

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