AUNQUE SIEGUE LA VOZ CON QUE TU NOMBRE…
Aunque siegue la
voz con que tu nombre
digo, tu nombre
irá, como una hoguera,
abrasando estos
huesos y esta carne de hombre
con perpetuo
verdor de primavera.
Aunque ciegue la
herida de mis ojos
donde vive la luz
de tus paisajes,
en los del alma,
de ceguera rojos,
siempre se
estrellarán tus oleajes.
Aunque duela el
silencio, como espada
fundida en lentas
fraguas de amargura,
sonará esta
verdad desesperada,
mordida tierra
entre mi dentadura.
Sorda la voz, el
sueño enarenado,
las pupilas, el
alma, la garganta arañadas,
ronco, diré que
hay en mi pecho, hincado,
un árbol que
florece rosas ensangrentadas.
Respiro por la
herida.
Por esta viva
herida de mi muerte;
por esta mortal
llaga de mi vida
que años y sueños
y fracasos vierte.
Respiro por la
herida de este aire
triste empapado
de humana pesadumbre.
Y un claro viento
insiste
contra muros de
tedio y de costumbre.
Pisando mi dolor,
legiones de hombres pasan
ciegos, hacia
esta misma hoguera mía.
¿Para siempre se
salvan? ¿Para siempre
se abrasan?
Yo sólo sé que
busco mi verdad día a día.
Leopoldo de Luis
Cuadro: "Amor a corazón abierto" de Miguel O. Menassa
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