APAGAMOS LAS MANOS.
DEJAMOS ENCIMA DEL MAR MARCHITARSE LA LUNA…
Apagamos las
manos. Dejamos encima del mar marchitarse la luna
y nos pusimos
a andar por la tierra cumplida de sombra.
Ahora ya es
tarde. Las albas vendrán a ofrecernos sus húmedas flores.
Ciegos iremos.
Callados iremos, mirando algo nuestro que escapa
hacia su
patria remota.
(Nuestro espíritu
debe de ser, que cabalga
sobre las
olas).
Ahora ya es
tarde. Apagamos las manos felices
y nos ponemos
a andar por la tierra cumplida de sombra.
Hemos caído en
un pozo que ahoga los sueños.
Hemos sentido
la boca glacial de la muerte tocar nuestra boca.
Antes,
entonces, con qué gozo ardiente,
con qué
prodigioso encenderse de aurora
modelamos en
nieblas efímeras, en pasto de brisas ligeras,
nuestra cálida
hora.
Y cómo apretamos
las ubres calientes. Y cómo era hermoso
pensar que no
había ni ayer, ni mañana, ni historia.
Ahora ya es
tarde; apagamos las manos felices
y nos ponemos
a andar por la tierra cumplida de sombra.
Cómo errar por
los años, como astros gemelos, sin fuego,
como astros
sin luz que se ignoran.
Cómo andar,
sin nostalgia, el camino, soñando dos sueños distintos
mientras en
torno el amor se desploma.
Ahora ya es
tarde. Sabemos. Pensamos. (Buscábamos almas.)
Ahora sabemos
que el alma no es piedra ni flor que se toca.
Como astros
gemelos y ajenos pasamos, sabiendo
que el alma se
niega si el cuerpo se niega.
Que nunca se
logra si el cuerpo se logra.
Dejamos encima
del mar marchitarse la luna.
Cómo errar,
por los años, sin gloria.
Cómo aceptar
que las almas son vagos ensueños
que en sueños
tan sólo se dan, y despiertos se borran.
Qué consuelo
ha de haber, si logar una gota de un alma
es pretender
apresar el latir de la tierra, desnuda y redonda.
Estamos despiertos.
Sabemos. Como astros soberbios, caídos,
sentimos la
boca glacial de la muerte tocar nuestra boca.
José Hierro
Del libro “Con
las piedras, con el viento” 1950
Cuadro: "Catarata marina" de Miguel O. Menassa
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