A NIEBLA, MI PERRO
“Niebla”, tú no
comprendes: lo cantan tus orejas,
el tabaco inocente, tonto,
de tu mirada,
los largos resplandores
que por el monte dejas,
al saltar, rayo tierno de
brizna despeinada.
Mira esos perros turbios,
huérfanos, reservados,
que de improviso surgen de
las rotas neblinas,
arrastrar, en sus tímidos
pasos desorientados
todo el terror reciente de
su casa en ruinas.
A pesar de esos coches
fugaces, sin cortejo,
que transportan la muerte
en un cajón desnudo;
de ese niño que observa lo
mismo que un festejo
la batalla en el aire, que
asesinarle pudo;
a pesar del mejor
compañero perdido,
de mi más que tristísimo familia
que no entiende
lo que yo más quisiera que
hubiera comprendido,
y a pesar del amigo que
deserta y nos vende;
“Niebla”, mi camarada,
aunque tú n lo sabes, nos
queda todavía,
en medio de esta heroica
pena bombardeada,
la fe, que es alegría,
alegría, alegría.
Rafael Alberti
Cuadro: "Hacia el poema" de Miguel O. Menassa
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