EL PERRO RABIOSO
1
Muero porque
las pulgas me inoculen
la sangre de
los perros más rabiosos,
me vuelvan
los colmillos venenosos
y el hombre
que hay en mí me lo estrangulen.
Que ni el
odio y la furia disimulen
cuanto de
hirientes, graves, peligrosos
son mis
serios arranques rencorosos,
sin puños
que los frenen y regulen.
Época es de
morder a dentelladas,
de hincar
hundiendo enteras las encías,
contagiando
mi rabia hasta en la muerte.
Revolcándose,
mira inoculadas aullar
las horas de
los malos días, por morderlas
¡oh Tiempo! y
por morderte.
2
Mordido en
el talón rueda el dinero,
y se
retuerce ya en su sepultura,
con la
iglesia y el hambre, la locura
del juez,
del militar y del banquero.
Mordida y por
el mismo derrotero
va la
familia, llaga que supura,
en una interminable
calentura,
jugo de
muladar y estercolero.
Huele a
rabia, a saliva, a gente seca,
contaminando
un humo corrompido
la luz que
ya no alumbra, que defeca.
El cadáver
del Tiempo está podrido,
y sólo veo
una espantable mueca,
una garganta
rota, un pie mordido.
Rafael Alberti
Cuadro de Francisco de Goya
No hay comentarios:
Publicar un comentario