PARA ESTE DÍA
Reconozco
esta hora.
Es
ésa que solía llegar enmascarada entre los pliegues
de
otras horas;
la
que de pronto comenzaba a surgir como un oscuro
arcángel
detrás de la neblina
haciendo
retroceder mis bosques encantados,
mis
rituales de amor, mi fiesta en la indolencia,
con
sólo trazar un signo en el silencio,
con
sólo cortar el aire con su mano.
Ésa,
la de la mirada como un vuelo de cuervo y pasos
fantasmales,
que
venía de lejos con su manto de viaje y las mejillas
escarchadas,
y
se iba bajando la cabeza, de nuevo hasta tan lejos
que
yo buscaba en vano la huella del carruaje en el pasado.
Hora
desencarnada,
color
de amnesia como dibujada en el vacío del azogue,
igual
que una traslúcida figura enviada desde un retablo
del
olvido.
¿Y
era su propio heraldo,
el
fondo que se asoma hasta la superficie de la copa,
la
anunciación de dar a luz las sombras?
No
supe descifrar su profecía,
ese
susurro de aguas estancadas que destilan a veces
los
crepúsculos,
ni
logré comprender el torbellino de plumas grises con que me aspiraba
desde
un claro de ayer hasta un vago anfiteatro iluminado
por
lluvias y por lunas,
allá,
entre los ventisqueros del irreconocible porvenir;
aquí,
donde ahora se instala, maciza como el demonio
del
advenimiento,
en
su sitial de honor en medio de la asamblea de otras horas,
pálidas,
transparentes,
y
me dice que mis bosques son luces extinguidas y aves
embalsamadas,
que
mi amor era erróneo, como un espejo que se contempla
en
otro espejo,
que
mi fiesta es un cielo replegado en el sudario
de
mis muertos.
Y
se queda esta vez, sin bajar la cabeza.
Olga
Orozco
Argentina
1920
Cuadro: "Angustia compartida" de Miguel Oscar Menassa
buen trabajo poeta!!
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