jueves, 22 de diciembre de 2022

LA INVISIBLE NAVIDAD QUE NOS SOSTIENE

 


LA INVISIBLE NAVIDAD QUE NOS SOSTIENE

 

 

Antaño, deseando sabiduría las milenarias hojas del poema,

plácidamente deslizan con pétalos de leyenda

en la espalda roja de la pascua, sus sueños de invierno.

Antaño, la libertad era un torreón por conquistar

presidiendo el desfile un páramo de estrellas fugaces

prendidas en las trenzas cautivas de la pasión.

Antaño se hizo historia. La magia del abordaje construyó

los demonios de la adivinanza y las diosas del verbo

bailaron sobre la hierba fresca sus lágrimas de rocío.

Llegó el silencio, con tormenta de truenos enfurecidos

por la belleza de los amantes desnudos de libertad

y se decretó la pena de calabozo sombrío

en la inquisición del símbolo.

Y hubo soledad de piedra, sin musgo en los mares del sur,

mucha soledad hubo sin entierro.

Sólo las pezuñas equinas entre las rocas

crepitaron música de ceniza en la arena del destierro.

Siglos después, la mujer hilandera inventó la rueca del deseo,

portando flores de largas melenas y frutas en los senos

para la sed del viento con ánforas de armonía en sus caderas.

Y se hizo invisible la luz, las cataratas acariciaron de melodía las riberas

la montaña sagrada tembló de recuerdos y el pozo del saber

brotó limpio como el agua de la mañana en tus labios de rosa indivisible.

La aborigen ruta, en átomos de madera y piedra,

se hizo huella de papiro sobre la cera encorada de la bitácora amiga.

La fuerza que hoy me sostiene sonríe en la cuatricromía

de carátulas impresas, a fuego lento, en el laboratorio

de la mágica pasión, allí donde los puentes cibernéticos

escuchan el crujir del tiempo haciendo templanza del amor.

 

Carlos Fernández del Ganso

 

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