LOS VENCIDOS
Mientras
escribo hay un ser próximo
a
brotar de la entraña de una joven,
que
en el umbral de su combado vientre
la
tibia carga natural soporta.
Y
tal vez antes que concluya
de
anudar los estambres de estos himnos,
ya
el nuevo ser humano
tendrá
una solidez sobre la tierra.
Y
en los bosques hay un caimán a punto
de
romper las paredes de su cápsula,
para
lanzarse rápido a las ondas.
Un
gorila infantil está trepando
por
la primera vez a las estrellas,
y
un ruiseñor primaveral florece
sobre
la gris elevación del nido.
La
vida intensa y larga derrotándonos
a
nosotros, los tristes, que tenemos
un
funeral sentido de las formas.
¡Ahí
vienen sus enérgicas legiones
brotando
de los sexos,
las
aguas legamosas,
las
húmedas placentas
y
el fondo de las cáscaras!
¡Ahí
vienen niños, ágiles serpientes,
arañas
cazadoras,
enormes
elefantes
y
negros cuadrumanos,
a
poblar los vacíos del sepulcro!
¡Alabanza
a la vida, derrotándonos
en
nuestra oscuridad, a los que somos
arcos
de triunfo con banderas rotas,
por
donde cruzan rígidas cariátides
entre
fantasmas, soledad y ruinas!
Yo
voy con esos taumaturgos
de
pies de bronce y azogadas sienes.
miradme
entre los pálidos desfiles
por
la Avenida del Silencio
de
esa metrópoli sentada
sobre
unos azolvados laberintos.
¡Alabanza
a la vida que nos vence
con
sus apariciones fulgurantes
de
amarillos leones,
azuladas
corvinas
y
escarlatas antílopes!
¡Alabanza
al poder de sus victorias!
¡A
su sangre, licor de sus batallas!
¡A
su escudo, baluarte de sus héroes
y
a su gloria, diadema de sus muertos!
¡Alabanza
a la vida!
¡Alabanza,
alabanza!
Germán Pardo García
Del libro: “El defensor”
Cuadro de Murillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario