LOS
RUIDOS DEL AMOR
Soy
un tambor esperando la impronta de tu mano,
tu
mano que hace nacer la música.
Escalaré
por ti las cimas del deseo,
llegaremos
más alto que los dioses,
por
encima del Olimpo.
Detrás
del último nimbo, haremos el amor.
El
Parnaso nos cede un lugar preferente.
Tenemos
entre las manos algo más allá de la especie.
Más
allá del dolor. Cayó Romeo.
Cupido
yace desmayado en nuestros brazos,
enamorado
de nuestras maneras para el amor.
Vate
del tiempo, lo contaré casi todo.
Tocas
la lira en mi vientre,
sonidos
del anhelo de otro cuerpo,
ruido
de mar embravecido por tus velas.
Mi
sexo, caracola que tu aliento hace
sonar.
Construimos
juntos una inteligencia
fuera
de lo común,
tus
frases copulando con mis frases.
Cuando
te extraño, extraño sobre todo
el
sonido de tu voz,
la
articulación de las palabras, la
cadencia,
las
combinaciones imposibles fuera del amor.
Cuando
te extraño, días como hoy,
no
extraño el calor de tu cuerpo,
ni
la templanza de tus manos,
extraño
tu humanidad, tus ruidos humanos,
tu
palabra en mi oído levantando, sublevando,
cada
rincón de mi mortalidad.
Es
un dolor dulce, de desearte y saber
que
habrá premio final para la espera,
certeza
de que estás aunque no llegues,
siento
que en la distancia, tu latido me llama,
me
busca: zahorí y agua,
imán
y metal, saliva y alma,
nuestros
deseos hablan,
en
la mañana, en horas vespertinas,
y
cuando anochece en la selva suburbana.
Siento
contigo que todas las horas del día
fueron
hechas para amar,
se
las robamos al amor para ir haciendo la vida.
Alejandra
Menassa de Lucía
De
“El hombre que esperaba”
Cuadro: "Amores en libertad" de Miguel Oscar Menassa
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