ARDIENTES
CALÉNDULAS
Ardientes
caléndulas suspiran en tus versos,
fuegos
fatuos que van a agonizar
sobre
el blanco lecho de un silencioso río.
Rápidos
se precipitan los cielos,
Las
estaciones intermitentes y sin tiempo,
el
humus vociferante de la tierra,
la
fertilidad de los goces reunidos
en
un ápice de pétalos abiertos.
Naturaleza
lejana,
un
verso teje al árbol
la
multitud social de sus hojas dispersas,
cumpliendo
tu sínodo de pólenes
en
la fértil estación de las almendras.
Vuelan
los pechos abiertos
a
la fecundación de las caricias,
sobre
un manto seminal
de
soles y de besos.
Soy
el hacedor entrañable de tu savia,
el
secreto labrador de tu sustancia.
Irrepetible
escritura contra el cielo,
tus
ramas conversan incansables con el viento,
cantándole,
a tus líquenes volátiles,
mientras
yo me agosto en el hueso central de la palabra.
Ruy
Henríquez
Del libro: “Deseo de mujer”
Cuadro: "Remolinos de amor" de Miguel Oscar Menassa
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