CANCIÓN OTOÑAL
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de
estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.
Todas la rosas son
blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas
blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma
nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la
sombra
o en la luz del que las
piensa.
La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.
¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos
lleva?
¿O después habrá otra
nieve
y otras rosas más
perfectas?
¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?
¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no
exista,
y del Mal que late cerca?
¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos en la Tierra?
¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene
flechas?
¿Si la muerte es la
muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¿Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las
piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de
estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.
Federico García Lorca
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