miércoles, 28 de noviembre de 2018

LA FLOR DEL PECADO


LA FLOR DEL PECADO

La flor despertó el deseo
dibujado en una imagen prohibida.
Envolviendo a la noche,
los gemidos de loba
se ahuyentaron en el silencio.

Flor de labios recelosos,
de húmedos pistilos
que bordean una sombra.
Dos cuerpos desnudos,
la savia de dos mundos
encontrados en el abandono.

Una flor que esconde una verdad
en otro lugar,
alejando a la presa de oro
que desfila en sus redes.

Una flor  de pétalos grises,
colmada de besos y abrazos rotos,
encendida con la llama
de unas sábanas mojadas,
envuelta y adornada de lujuria.

Sus semillas cantan,
brotan del viento,
polinizan alas carnosas
que brillan en una mente falaz.

Deshojada a la desnudez prohibida,
en el laberinto de deseos,
en una habitación desnuda
de una tierra colérica
por un pecado que nunca cometió.

Sigilosa, en la metamorfosis encarcelada
que desciende por la roca hacia el abismo,
abriendo sus pasos al placer de la carne,
estalla en la furia, entre gemidos de ángel.

Esther Núñez Roma



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