NAVIDAD
Una espesa niebla
finge en lo alto de la
montaña,
mientras…
los copos de nieve
van cayendo perplejos,
anhelando el abrazo de un
niño
que descongele la sangre
de los ríos.
Una puerta infinita va
cubriéndose…
hasta quedarse congelada,
perpleja ante la llave que
abre el corazón del mundo.
El anuncio permanece
inmóvil
con un cartel de palabras
ociosas,
cerrado a las leyes
que impiden mendigar.
Por las calles pasean
tímidos, abstraídos…
seres indulgentes que
quisieran entrar en otra vida,
paralizados por una
inverosímil saciedad de tristeza,
impotentes ante la mirada
del ciervo
que no escapa de su
opresor.
Las luces adornan las
casas
de gentes disfrazadas
clamando sencillez,
aquellos que tan sólo se
conforman
con arropar otro cuerpo
y dar un mendrugo de pan a
los ricos.
Entonces…
los muertos que no llorarán
jamás,
depositan la carta y
enuncian un deseo
advirtiendo que se perderá
entre
noches eternas de
madrugadas
y que los días están
encarcelados en una
única identidad.
El anciano abandona su
posición de niño
para descifrar el misterio
que susurra la espesa
niebla.
Ya no está sólo, hoy en
Navidad.
Esther Núñez Roma
Del libro: "Nombre de mujer"
No hay comentarios:
Publicar un comentario