INSTANTE
Lentamente,
en la paz otoñal se desliza
un
pálido fantasma con blancura de flor;
el
viento, suspirando los ecos del dolor,
se
quiebra al resonar enfermo de una risa.
La
hoja desprendida del árbol centenario
cruje
como un misterio en la sombra dormida,
y
se escucha el pisar doliente de la vida,
y
la fuga del tiempo hacia el fúnebre osario.
Nace
la eternidad al morir de las horas;
el
silencio se cierra egoísta y secreto,
ahogando
con sus velos al fantasma que llora.
En
la quietud hostil hay un grave concierto;
la
campana del mundo tenuemente desflora
la
agonía sin fin de ese algo que ha muerto.
Ernestina
de Champourcin
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