RECORRIÉNDOTE
Quiero
morder tu carne,
salada
y fuerte,
empezar
por tus brazos hermosos
como
ramas de ceibo,
seguir
por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese
pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando
la ternura,
ese
pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme
allí un rato largo
enredando
mis manos
en
ese bosquecito de arbustos que te crece
suave
y negro bajo mi piel desnuda
seguir
después hacia tu ombligo
hacia
ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte
besando, mordiendo,
hasta
llegar allí
a
ese lugarcito
-apretado
y secreto-
que
se alegra ante mi presencia
que
se adelanta a recibirme
y
viene a mí
en
toda su dureza de macho enardecido.
Bajar
luego a tus piernas
firmes
como tus convicciones guerrilleras,
esas
piernas donde tu estatura se asiente
con
las que vienes a mí
con
las que me sostienes,
las
que enredas en la noche entre las mías
blandas
y femeninas.
Besar
tus pies, amor,
que
tanto tienen aún que recorrer sin mí
y
volver a escalarte
hasta
apretar tu boca con la mía,
hasta
llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta
que entres en mí
con
la fuerza de la marea
y
me invadas con tu ir y venir
de
mar furioso
y
quedemos los dos tendidos y sudados
en
la arena de las sábanas.
Gioconda
Belli
No hay comentarios:
Publicar un comentario