viernes, 1 de julio de 2016

Poemas leídos en el Recital para E-Lectores, 19 de junio de 2016


EL CORAZÓN ES UN FRUTO SIN HUESO

He visto descarrilar corazones
llenos de mercancía fresca
y jugosos años por venir.
Explotados, diseminados
a lo largo de acequias malolientes
junto a verdes
vírgenes
sus últimos latidos.

Mezclados en tamaño
y torsión
cavidades color hueco
alzaban
sus bocas abiertas al sol
pidiendo sangre.

Corazones estilo naipe
europeo,
afilados y longevos
como humo de fogata negra
y oculta a la pasión.

He visto corazones como
hígados levógiros
llenos de cicatrices del tiempo
no vivido.

Roídos por picotazos
corazones sin alma
desnudos de carcasa
caídos, apisonados
por las nubes
hechos trizas, deshilachados
por lluvia ácida.

Bajo las piedras
más pequeñas,
junto a grandes rocas
he descubierto
corazones de marfil
impávidos,
anoréxicos de sonrisa
pálidos como la luz
del faro en poniente.

Corazones ¡qué corazones!
inquietos entre las manos
bailarines
entre los dedos,
juguetones de piel pomelo
y caricia fresca,
lascivos y atolondrados
corazones.

Pero lo más impresionante,
lo imborrable
--aparte del corazón de mi madre—
lo único por su esplendor
fue
entre sedas y pétalos
de claveles rojos
presenciar la danza
-apex ventricular—
girando en esfera de reloj
una sístole de
cintura quieta.

Como siete velos
bajando por tu cadera
trémula,
como la fiebre de mi piel
cuando te acercas
y besas mis ojos enamorados
y besas de mis manos
las palmas de hambre
y sudor nocturno.

Ese anónimo beso de puntillas
en la sien,
esa caricia
en la columna abrochada
de años y labranza,
ese corazón de
cerca y marea alta,
de navío perdido
entre muslos milenarios,
danzando como indio ebrio
en tu sexo virgen
cada vez.


Carlos Fernández del Ganso
De “Diván de sueños”


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