A
ratos me parece que a chorros mana mi sangre,
tal
una fuente de sollozos rítmicos.
Oigo
y siento cómo en mi fluye con largo susurro,
pero
por mucho que busque no se ve la herida.
Va
cruzando la ciudad, igual que en un cercado,
así
fluye, y al adoquinado convierte en islotes,
la
sed de las personas alivia
y a la Naturaleza
tiñe de rojo.
A
vinos generosos pedí a menudo que acallasen
sólo
por un día el terror que me va minando;
¡el
vino vuelve más clara la vista y más fino el oído!
En
el amor busqué un sueño olvidadizo; pero
para
mí, el amor es solo colchón de agujas,
¡colchón
para que beban mujeres crueles!
Charles Baudelaire
“Las flores del mal”
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