NOCTURNO DE VERMONT
Me han contado
también que allá las noches
tienen ojos
azules
y lavan sus
cabellos en ginebra.
¿Es cierto que
allá en Vermont, cuando sueñas,
el silencio es
un viento de jazz sobre la hierba?
¿Y es cierto
que allá en Vermont los geranios
inclinan al
crepúsculo,
y en tu voz, a
la hora de mi nombre,
en tu voz, las
tristezas?
O tal vez,
desde Vermont enjoyado de otoño,
besada tarde a
tarde por un idioma pálido
sumerges en
olvido la cabeza.
Porque en
barcos de nieve, diariamente,
tus cartas no
me llegan.
Y como el
prisionero que sostiene
con su frente
lejana
las estrellas:
chamuscadas
las manos, diariamente
te busco ente
la niebla.
Ni el galope
del mar; atrás quedaron
inmóviles sus
cascos de diamante en la arena.
Pero un viento
más bello
amanece en mi
cuarto,
un viento más
cargado de naufragios que el mar.
(Que luna
inalcanzable
desmadejan tus
manos
en tanto el
tiempo temporal golpeando
como una
puerta de silencio suena.)
Desde el viento
te escribo.
Y es cual si
navegaran mis palabras
en los frascos
de nácar que los sobrevivientes
encargan al
vaivén de las sirenas.
A lo lejos
escucho
el estrujado
celofán del río
bajar la
ladera.
(un silencio
de jazz sobre la hierba.)
Y pregunto y
pregunto:
¿Es cierto que
allá en Vermont
las noches
tienen ojos azules
y lavan sus
cabellos en ginebra?
¿Es cierto que
allá en Vermont los geranios
otoñan las
tristezas?
¿Es cierto que
allá en Vermont es agosto,
y en este mar,
ausencia…?
César Calvo
Perú,
1942-2000
Cuadro: "Espacio en vuelo" de Miguel Oscar Menassa
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