miércoles, 1 de mayo de 2024

DESPUÉS DE LA DESPEDIDA

 


DESPUÉS DE LA DESPEDIDA

 

 

El momento llegó de la partida.

Es hora ya de que el viajero ande.

Lloras y eres más bella entristecida:

yo estoy triste también, y amo mi herida

pues sé que es el dolor lo único grande

que hay en medio del barro de la vida.

 

Estamos juntos, sin decirnos nada.

Tu amor perfuma, mi pasión florece;

tiembla el llanto encendido en tu mirada,

pálida sombra en tus ojeras viste.   

Lloras; y en tanto que el silencio crece,

yo me pongo a mirar cómo anochece

en tu mirada luminosa y triste…!

 

La calle, el libro, el oro del poniente

te hablarán al oído del ausente.

Oye: fija los ojos en la altura;

y mientras yo por el erial me pierdo,

sé buena, humilde y pura,

y calienta el jardín de tu ternura

con el rayo del sol de mi recuerdo!

 

****

 

Así te dije. Al fin llegase el día

de marchar. La mañana estaba fría,

trivial e indiferente.

Las campanas sonaban.

Era el día de Ceniza. Lentamente

iban los transeúntes, y llevaban

la cruz de plomo en o alto de la frente.

Nosotros con el rito no cumplimos

pues la ceniza en nuestro ser ya estaba.  

 

Casi serenos, la piqueta oímos

que hora por hora en el olvido excava:

¿Qué importa una existencia que es mentira?

Se agranda el sol cuando la tarde expira…

¡como el amor cuando el placer se acaba!

 

Juntas las manos en estrecho nudo,

te di el último beso, largo y mudo,

que fue como un sarcasmo de la suerte:

pues él me pareció, ya enlutecido

por la ausencia, a la hora de perderte,

¡un banquete de púrpura servido

en la misma antesala de la muerte!

 

Maldije, como farsa y como escoria,

nombre y esfuerzo, juventud y gloria,

nulos ante este idilio hecho pedazos…

y dándote el adiós de despedida,

crucifiqué los sueños de mi vida

sobre la cruz de mármol de tus brazos.

 

Aurelio Martínez Mutis

Cuadro: "Los brotes de la tierra" de Miguel O. Menassa

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