martes, 29 de agosto de 2023

ÁGUILA DE LAS LLUVIAS



ÁGUILA DE LAS LLUVIAS

 

 

Si apoyara en la noche mi cabeza

como sobre algún pecho de mujer, cuando ya todo

ha cerrado sus ojos, cuando ya todo ha cruzado las manos

-el odio y el deseo-,

te vería llegar con tus linternas,

vengador vagabundo cubierto de flores,

Paraná, río mío.

 

Tus aguas me reclaman. Me nombran

cuando duermo,

como un ángel de espumas, lacio y adulador, 

que arrastrara sus largos cabellos en el fango, 

con insaciables súplicas, 

con flexibles deseos cuyo enigma ríe de nuestras vanas ofrendas y prisiones.

 

Tú recoges, dios nómade, un perfume inmortal,

pueblos en cuya tea arde el tabaco,

injurias de unos puertos de tablones

con sus hoscas mujeres tendidas en la hamaca

donde las mariposas del ocaso

beben en sus cabellos un aceite lascivo y melancólico;

esplendor de malezas demasiado fervientes en torno a tu

crueldad,

esa desamparada inflexión de tu poder

modulando sus himnos sobre el fango,

en la arrebatadora medianoche,

un instante suspensa entre la eternidad y la belleza fugitiva

del mundo.

Para siempre te veo, fulgente rama de la luz, tumba fluida

y cobriza,

hundiendo en el verdor inmaterial del tiempo

tu juventud sin límites, tu móvil intervalo,

con el caballo que se acerca y llora,

con el cangrejo impuro,

con el baño musgoso del olvido.

 

¡Río de territorio apasionado,

todo miseria y fuego, todo esplendor y furia!

Látigo de volutas y remansos

en espasmos de arenas,

donde tu fango engendra a unos niños feroces,

el ardor de unas almas que sin saber te nombran en la desolación de los besos, 

en las orillas, en la miel del agua.

 

Allí giró la tórrida hermandad de la nube y la tarde,

la lerda cofradía de las lluvias

en procesión hacia el hogar natal,

donde la golondrina se detiene

y abre su pico para morir sobre la piedra fría.

¡Barranca indescifrable! ¡Y mi alma sojuzgada

por esa ley de insomnes lodazales,

de una comarca huraña, loca, cubierta con andrajos

de músicas y sueños,

porque sólo fue amada por aquella madrastra de paso

taciturno,

cuya vehemencia, cuya pasión, cuya ternura,

era una voz sin nombre, una presencia sorda e invencible:

tu corriente, tu lengua de mil cielos!

 

Enrique Molina

Cuadro: "Toda pasión será reinar" de Miguel Oscar Menassa

No hay comentarios:

Publicar un comentario