MERCADO DE SAN JOSÉ
Azulejos amarillos de
pasar veranos relatan
en bandejas de avestruz
lunes sin perejil
con el volar matutino de
los globos del tendero
al verde centro de una
calle de manzana.
Vocerío de mutilados y el
ciego presente
del azar prohibido por la
mugre necesaria
de escamas y huesos
destilando en la botica
el frío de la humedad pintando
los cristales de dolor.
Noviazgo consumado en las
miradas furtivas
de rivales viandas y
calderilla resonando
el fiel de balanzas y la
orquesta del vigilante
hurtando su porción de
suerte a los gatos.
¡Aligustre barato, cromos
de campeones!
¡Aquí, en el andamio de
madera sin bombillas
en la primer rendija a la
izquierda, encontrará
alambres para el fogón y
amor en papel de estraza!
¡Perejil, perejil, perejilito para tus noches de muérdago
y sal de las fauces del pelícano que quiso volar
a bajo nivel entre las palancas de una quilla gallega!
Y ¿quién no vistió un delantal verde y negro, de rayas,
descolorido por el roce mostrador en los cuerpos?
¿Qué faraón no tuvo en su corte, un mendigo de sueños
cantando calderilla en el suelo sus migajas de hambre?
Yo, que nunca estuve de lejos en tu presencia de multitud
ni en el turno de esperar los boletos del domingo.
Yo, que no soy yo, esperé el milagro del calamar,
tinta que tantas veces extraje con mis manos
para pintar la noche de colores
y cantar de aquel pescador de tierra adentro
que, con tiempo del alma, se hizo médico.
Carlos Fernández del Ganso
Del libro: “No recuerdo el futuro"
Cuadro: "Bagdag" de Carlos Fernández del Ganso
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