EL RELOJ
¡Reloj! Dios siniestro, espantoso, impasible,
cuyo dedo nos amenaza y
nos dice: “¡Acuérdate!
Los vibrantes dolores en
tu corazón lleno de espanto
se plantarán pronto como
en un blanco;
el placer vaporoso huirá
hacia el horizonte
igual que una sílfide al
fondo de una ranura;
cada instante te devora un
fragmento de delicia
a cada hombre otorgada
para toda su estación.
Tres mil seiscientas veces
por hora, el segundo
murmura: ¡Acuérdate! –prodiga
¡Esto menor!
(Mi gaznate de metal habla
todas las lenguas.)
¡Los minutos, mortal retozón,
son gangas
que no se deben abandonar
sin extraer el oro!
¡Acuérdate que el Tiempo
es un jugador ávido
que gana sin trampear, en
todo lance! ¡Es la ley!
El día disminuye; la noche
aumenta; ¡Acuérdate!
El abismo tiene siempre
sed; la clepsidra se vacía.
Tan pronto sonará la hora
en que el divino Azar,
en la cual augusta Virtud,
tu esposa todavía virgen,
en la cual el
Arrepentimiento mismo (¡oh, el último refugio!)
en la cual todo te dirá:
¡Muere, viejo cobarde; es demasiado tarde!
Charles Baudelaire
Cuadro de Salvador Dalí
No hay comentarios:
Publicar un comentario