ESTÁIS CIEGOS
No queréis ver. Se ciega
cuando duele
la luz, pero la luz es
ascua viva.
Apartáis la verdad porque
es de lumbre
y el alma nos lacera y las
pupilas.
A veces creéis ver sombras
lejanas,
tristes fantasmas que os
atemorizan,
y no queréis saber que son
reflejo
de vuestra propia imagen
fugitiva.
No veis que el hombre
marcha hacia la nada
y que su frente como un
sol se eclipsa
que la miseria como un mar
se vuelca
sobre la humana y
solitaria orilla.
Que el rencor alimenta
ocultos perros
y ara en un lento corazón
de ortigas.
Que en las hoscas raíces
de la tierra
late una fuerza forestal
cautiva
como en los blancos huesos
afligidos
un odio que ensombrece las
mejillas.
No queréis ver pisando
sobre el rostro
del hombre la injusticia,
los caballos de fuerza, los
inútiles
cadáveres, las ruinas,
los trigales sin pan, la
sima en donde
como piedra el amor se
precipita.
No lo queréis saber. Pero hay
un fénix
para surgir del lodo y la
ceniza.
Porque no queréis ver que
el hombre puede
ser un fragmento de
gigante víscera,
trozo de un corazón único
y múltiple
latiendo sobre el llanto,
hacia la vida.
Cerrad, cerrad los ojos. Todo
en vano,
Dios vela todavía.
Leopoldo de Luis
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