LA TARDE MUERTA
Se moría la tarde rosa
de una primavera lejana
desmayándose temblorosa
en los vidrios de mi
ventana.
Por mi alcoba cerrada al
huerto
y a la carretera tan
larga,
pasaba el minuto desierto
con una lentitud amarga.
Ya del sol no quedaba ni
una
mancha de oro en el infinito.
Yo no he visto cosa ninguna
más triste que ese azul
marchito.
¡Tanto tiempo! Dije, hace
tanto
que declinó esta tarde mustia
con un helado desencanto
y aromada de vieja
angustia.
Delante de los callejones
bordados de ramas gentiles
al rimar mis desolaciones
bajo mis canas infantiles!
…Oh, la sentimental
pobreza
de los que ni una flor
cortamos,
porque fue hostil la maleza
para la prisa que
llevamos.
De los romeros taciturnos
que fuimos desdeñando todo,
llenos de los cielos
nocturnos
que mientes astros en el
todo!
Caminos tiene el
alma!...¿fuimos
quizás en busca de remedio…?
Siempre asolados nos
rendimos
ante las llanuras del
tedio…
Y después de soñar ilusos
que el término no estaba
lejos,
nos despertamos muy
confusos
porque nos encontramos
viejos.
Ah, quién mirada la
dulzura.
José Hierro
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