OTRA VEZ
Vamos a repetir la
misma escena.
Tú y yo. Nos
aprendimos los papeles.
Miles y miles antes
lo dijeron.
Pero vieja historia
nunca muere.
Nos vimos… ¿Qué mas
da? Viejo escenario
donde el telón de
fondo se sucede
en tanto que el
guión en rotas páginas
reproduce sus
frases indelebles.
Hombre y mujer. Nos
hemos acercado.
Entre nosotros hora
el tiempo emerge
de su fondo lejano,
nos inviste
los símbolos
remotos de la especie.
He pronunciado una
palabra, casi
una clave
ancestral, y se estremece
la voz como una herida. Como un rito
aguardo la palabra
que contestes.
Y has dicho “amor”
igual que si dijeras
“eternidad” o
“vida” o “tierra” o “muerte”.
A tu voz de conjuro
se deshacen
los años y la
sangre retrocede.
Se han adherido
nuestros labios: sube
a la boca un sabor
hondo y caliente.
Se han estrechado
nuestros cuerpos: llega
un oleaje que en la
tierra crece.
En esta antigua
escena que hoy nos toca
representar,
sentimos la vertiente
humana despeñarse,
combatirnos
por las venas,
latir en nuestras sienes.
Pobres actores,
débiles actores,
de una vieja
comedia sólo intérpretes,
nos llega su verdad
como su fuésemos
los primeros, los
últimos vivientes,
nos arrebata su
pasión lo mismo
que si no hubiera
sido siempre, siempre...
Leopoldo de Luis
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