paso en mi soledad. Pero Cervantes
es buen amigo. Endulza mis instantes
ásperos, y reposa mi cabeza.
regala un yelmo de oros y diamantes
a mis sueños errantes.
es para mí: suspira, ríe y reza.
parla como un arroyo cristalino.
¡Así le admiro y quiero,
hace que regocije al mundo entero
la tristeza inmortal de ser divino
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