jueves, 2 de febrero de 2017

HIMNO A LA BELLEZA


HIMNO A LA BELLEZA

 

Bajas del hondo cielo o emerges del abismo,
belleza? Tu mirada infernal y divina
confusamente vierte crimen y beneficio,
por lo que se podría al vino compararte.

 
Albergas en tus ojos al poniente y la aurora,
cual tarde huracanada exhalas tu perfume;
son un filtro tus besos y un ánfora tu boca
que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso.

 
¿Del negro abismo emerges o bajas de los astros?
como un perro, el Destino sigue ciego tu falda,
al azar vas sembrando el luto y la alegría
y todo lo gobiernas sin responder de nada.

 
Caminas sobre muertos, Belleza, y de ellos ríes;
el horror, de tus joyas no es la menos hermosa,
y el crimen, entre todas tus costosas preseas,
danza amorosamente sobre el vientre triunfal.

 
La aturdida falena vuela hasta ti, candela,
crepita, estalla y grita: ¡Bendigamos la llama!
El amante jadeando sobre su bella amada
semeja un moribundo que su tumba acaricia.

 
Que tú llegues del cielo o el infierno, ¿qué importa?.
Belleza, inmenso monstruo, pavoroso e ingenuo,
si tu mirar, tu risa, tu pie, me abren las puertas
de un infinito que amo y nunca conocí.

 
Satánica o divina, ¿qué importa? Ángel, Sirena,
¿qué importa?, si tu vuelves –hada de ojos de raso,
resplandor, ritmo, aroma, ¡oh mi señora única!—
menos odioso el mundo, más ligero el instante.

 
Charles Baudelaire

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