ESTAMOS YENDO
¡¡Vamos soldados de la peste circundada
inoculad vuestro secreto dolor en ambos ojos!!
amordazad sus labios con el sello del amor
y atad firmemente, con las muñecas a la espalda, cualquier futuro.
Así de sencilla debe ser la misiva que desde el balcón lancemos
al pueblo oculto, por temor al recuerdo, en sus comisuras de plegaria.
Y así concisa será la tortura repetida en cada hogar, treinta y tres veces
por minuto por tierra, televisión y aire como castigo por manchar el mar.
El pueblo es sabio, termina pagando para comer sus propios desperdicios.
El pueblo sabe escribir con tiza en la pizarra, con sangre en las cuevas
y con un punzón de corazón, marca sus vasijas de barro para el emperador.
El pueblo sabe y así, ¡estamos yendo!.
No desconocen la marca de los leotardos, la tos ferina de nuestros hijos
ni las banalidades de lo que hoy, madre, vamos a comer. Y estipulan
la futura talla, de la cuarenta a la sesenta y seis, con pinzas en el bolsillos de
gris marengo el caballero y rosa palo para la señora. De cada tres hijos uno será
esclavo de la ley, otro loco por decreto y el que escapa será traidor o poeta o
el viento que nos recuerda que vamos yendo.
amordazad sus labios con el sello del amor
y atad firmemente, con las muñecas a la espalda, cualquier futuro.
Así de sencilla debe ser la misiva que desde el balcón lancemos
al pueblo oculto, por temor al recuerdo, en sus comisuras de plegaria.
Y así concisa será la tortura repetida en cada hogar, treinta y tres veces
por minuto por tierra, televisión y aire como castigo por manchar el mar.
El pueblo es sabio, termina pagando para comer sus propios desperdicios.
El pueblo sabe escribir con tiza en la pizarra, con sangre en las cuevas
y con un punzón de corazón, marca sus vasijas de barro para el emperador.
El pueblo sabe y así, ¡estamos yendo!.
No desconocen la marca de los leotardos, la tos ferina de nuestros hijos
ni las banalidades de lo que hoy, madre, vamos a comer. Y estipulan
la futura talla, de la cuarenta a la sesenta y seis, con pinzas en el bolsillos de
gris marengo el caballero y rosa palo para la señora. De cada tres hijos uno será
esclavo de la ley, otro loco por decreto y el que escapa será traidor o poeta o
el viento que nos recuerda que vamos yendo.
Discreción señores, los poderosos pueblos desean que sigamos
escribiendo y
cantando nuestro delirio de amor normal. Ohú y así vamos yendo!!!
cantando nuestro delirio de amor normal. Ohú y así vamos yendo!!!
Carlos
Fernández
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