POEMA A LA MUJER LIBRE
Amaneceres
y cuerdas, solitarios
Voces de piedra, mudas
Tañidos de campana bañadas por la hiel.
Aquellas ojeras oxidadas, quejumbrosas
En unos zapatos ajenos
Que dañan el horizonte
Asfixiando anhelos.
Voces de piedra, mudas
Tañidos de campana bañadas por la hiel.
Aquellas ojeras oxidadas, quejumbrosas
En unos zapatos ajenos
Que dañan el horizonte
Asfixiando anhelos.
Marchó
a una estrella
Con un beso clavado en los labios
Deslizándose suavemente por nuevos cauces
Logró ver caudalosos ríos,
Sintió caricias de luna
Y el ondulante viaje del mar.
La brisa fresca desabrochó el temor
Mostrando una piel nacarada y de miel
Que danza en el alborada.
Con un beso clavado en los labios
Deslizándose suavemente por nuevos cauces
Logró ver caudalosos ríos,
Sintió caricias de luna
Y el ondulante viaje del mar.
La brisa fresca desabrochó el temor
Mostrando una piel nacarada y de miel
Que danza en el alborada.
En
cada percha cuelga un deseo
Y se viste dejando su boca libre
Saborea plenamente la tierra
Para un día regresar a ella,
Entregarse erguida y decir:
He vivido.
Y se viste dejando su boca libre
Saborea plenamente la tierra
Para un día regresar a ella,
Entregarse erguida y decir:
He vivido.
Maribel
Domínguez Duarte
Integrante del Taller de Poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares
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