LA QUIMERA
No sé si entre rocas tu pálido
rostro se me apareció, o
sonrisa
de lejanías ignoradas
fuiste, pendiente de
marfil
frente fulgente oh joven
hermana de la Gioconda:
oh de las primaveras
muertas, por tu mítica
palidez
oh reina oh reina adolescente:
mas por tu desconocido
poema
de placer y dolor
música niña exangüe,
marcado con una línea de
sangre
en el círculo de los
labios sinuosos,
reina del mediodía:
mas por la virgen cabeza
inclinada, yo poeta
nocturno
velé las estrellas vivas
en los mares del cielo,
yo por tu dulce misterio
yo por ponerte taciturna.
No sé si la pálida llama
fue de los cabellos viviente
signo de tu palidez,
no sé si fue un dulce
vapor,
dulce sobre mi dolor,
sonrisa de un rostro
nocturno:
miro las blancas rocas los
mudos manantiales de los vientos
y la inmovilidad de los
firmamentos
y los henchidos arroyos
que van llorando
y las sombras del trabajo
humano encorvadas
allá en las colinas
heladas
y aún por tiernos cielos
lejanas claras sombras fluyentes
y aún te llamo te llamo
Quimera.
Dino Campana
Cuadro: "Lo imposible y sus quimeras" de Miguel O. Menassa
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