PRESENTACIÓN DEL
LIBRO “MÁS ALLÁ DE LAS RUINAS”
DE TERESA GALEOTE
DALAMA
Buenas tardes nos encontramos en la
Biblioteca Central de Alcalá de Henares y no por casualidad para presentar un
libro, una novela histórica galardonada y reeditada por la vigencia de su
temática. Actualmente en curso existen 57 conflictos bélicos nacionales e
internacionales sacudiendo nuestras vidas.
Después de leer y subrayar algunos
pasajes de la trama, elegí para presentar el libro a los personajes que, en el
texto, se juegan la vida en cada decisión o cuestionan la ética de los deseos
en la renuncia de sus cotidianos ideales.
Pongámonos en situación, les invito a
participar activamente en el devenir relatado, eligiendo para ello ser actores
o espectadores de situaciones que todos conocemos de una u otra manera. Por
ejemplo quién no tiene algún familiar o amigo con el que discutió y años
después persiste el silencio o un conocido cercano que le traicionó y el rencor
no cesa o ¿alguna vez escuchó situaciones en las que “fulanito” es carne de
prisión, nosocomio o cementerio?
Bien, pues esta novela nos lleva “Más
allá de las ruinas”, es decir nos presentifica no lo que pasó “allá” sino lo
que sucede ahora aquí, en tu propio barrio, en tu ciudad, con tus vecinos. Eso
complejiza el hecho de mantenerse en el epicentro de la escena, en el coso del
desacuerdo o el conflicto, allí donde hablar, negociar y pactar es lo más
civilizado.
Y este, es el punto cardinal que
quiero rescatar de la novela: los diálogos de a dos, de a tres, los monólogos
especulares de a uno o los designios de miles y miles donde todos saben qué
pasó y nadie habla. Porque el odio, el rencor, la venganza son sentimientos
cotidianos… “entre todos la matamos y ella sola se murió”, señor juez, abrazada
al proyectil que cruzó su pecho, porque cuanto peor, mejor, y así nos toca
hacer de simios: “ver, oír y callar”.
Teresa Galeote rescata a los poetas
para desplegar la novela entre ellos a Paul Valery, “la guerra es una masacre
entre gentes que no se conocen para provecho de gentes que si se conocen, pero
no se masacran”.
Y lo que no pueden decir los
personajes, porque hablar se hizo punitivo, peligroso, eso que todos saben y
ocultan, esas piedras lanzadas y esas manos ocultas, esa verdad silenciada, en
todos los casos es denunciado por la poesía, que anticipando esa realidad le
habla al hombre futuro, en palabras de Bertolt Brecht, pidiendo indulgencia.
Tal vez, por ello atraviese tangencialmente todo el libro esa canción de
infancia donde la autora se apoya para puntuar lo indecible: cucú cantaba la
rana…
Están preparados para elegir
personajes, pues bien les presento a los protagonistas:
Justo, Carmen, Mariano hermano de
Justo, Bernarda la cuñada, Emilio el hijo muerto de Mariano y Bernarda, el
Tullido, Enrique el amigo del alma de Justo, Antonio un oportunista. Y por otro
lado Adela la mujer que ama Enrique, el padre de Adela, el sargento López con
quien casa Adela, el capitán Romero, monje soldado y viudo de una mujer que “se
ahoga en sangre”, Mariana la hija de Adela y Enrique.
Y ahora elijan de atrezo los
sentimientos de: venganza, odio, miedo, culpa y el silencio como máscaras de la
guerra o enfermedades del alma sin cura, porque no es la peste es la rabia, nos
dice la autora. En cada protagonista hay un poeta, un asesino, un torturado, un
maldito, un sometido, algunos mueren de pie otros por la espalda.
El poeta pide a su amor que le
escriba. En la novela hay historias de amor y desencuentro: Adela y Enrique.
Historias de amor y muerte: Justo y Carmen. Historias de amistad: Adela y
Carmen, Justo y Enrique. Hijos condenados por sus apellidos, padres mutilados,
esposas delincuentes por ley consorte y muerto el perro se acabó la rabia.
En fin personajes cotidianos, todos
hemos conocido algún Justo, alguna Adela, padres que aconsejan casar a las
hijas por seguridad, hijas que renuncian a sus vidas por los padres, hombres
que intentan olvidar el amor de sus vidas, hermanos que esperan y callan,
mujeres amenazadas por hombres maltratadotes en una tierra como la del Maestrazgo
o del norte de Europa o latino América.
La historia transcurre en España.
España es una gran cárcel que grita sin ser escuchada, un laboratorio donde se
experimentó cómo suprimir al pueblo y no sólo con bombas que matan rápidamente,
sino con odios, venganzas, rencor, envidias y silencios que mutilan lentamente
el crecimiento de varias generaciones. De ahí se desprende el título de la
novela “Más allá de las ruinas”, más allá de la masacre, más allá de la guerra
se extermina cualquier revolución humana, cualquier pensamiento civilizado, más
allá de la injusticia se aniquila cualquier transformación social que encarnen
los personajes de la novela.
El precio de la derrota es impagable,
no alcanza la renuncia o el esfuerzo de levantarse de nuevo y comenzar, se
trata de obviar, negar la historia para que su destino sea la condena de la
repetición, ahora en este país, ahora en aquellos otros continentes.
Tal vez por eso la novelista que no
desconoce que la historia siempre la escriben los vencedores, se apoye en la
Poesía, pues hay una voz tan verdadera como histórica, la voz del pueblo que
transmite la historia, a través del teatro, la pintura, el cine o la música:
“cucú cantaba la rana, cucú debajo del agua, cucú pasó un caballero, cucú con
capa y sombrero..”
El libro comienza con una cita de
Faulkner: “se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”.
En mi condición de poeta y
psicoanalista, rescato de Freud una carta en la que responde a la pregunta de
Einstein ¿qué podría hacerse para evitar a los hombres el destino de las
guerras?. Freud en 1932 le responde utilizando como punto de partida en su
carta “El Derecho y la Fuerza”, dos términos que son antagónicos, con la
peculiaridad que el primero surgió de la segunda, y para ello retrocede hasta
los orígenes arcaicos de la humanidad, para desplegar este enigma.
Rescatemos un párrafo de la carta de
Freud: “al principio en la pequeña horda humana, la mayor fuerza muscular era
la que decidía a quien debía pertenecer alguna cosa o la voluntad de quien
debía llevarse a cabo. Al poco tiempo la fuerza muscular fue reforzada y
sustituida por el empleo de herramientas: triunfó aquel que poseía las mejores
armas, la superioridad intelectual ya comienza a ocupar la plaza de la fuerza
muscular bruta, pero el objeto final de la lucha sigue siendo el mismo: una de
las parte contendientes ha de ser obligada a abandonar sus pretensiones o su
oposición. Este objetivo se alcanza en forma más completa cuando la fuerza del
enemigo queda definitivamente eliminada, es decir, cuando se lo mata.
Finalmente, la muerte del enemigo satisface una tendencia instintiva, pero
desde ese momento el vencedor hubo de contar con los deseos, latentes, de
venganza que abrigaban los vencidos, de modo que perdió una parte de su propia
seguridad.
En la novela cada personaje escenifica
los dos tipos de instintos o pulsiones humanas: los eróticos o sexuales, que
tienden a conservar la especie y unir o sumar en el sentido del Eros de Platón
y los instintos que tienden a destruir, someter y matar que reunimos bajo el
concepto de instintos de agresión.
Y nosotros espectadores o
protagonistas, después de elegir el papel para representar: ¿qué podemos
hacer?, porque sabemos que la cultura, produce modificaciones psíquicas a
nuestro alcance, pero también sabemos que estas nuevas posibilidades de lo
humano son negadas por la guerra de las formas más violentas.
Si le preguntamos a los poetas, ¿qué
hacer?, señoras, señores, ¡¡¡hay tantas cosas que hacer!!! Por ejemplo: Más
libros para ser más libres, más música para amansar las fieras, más cine para
compartir nuestros sueños, más poesía para ejercer la tolerancia.
Gracias Teresa por escribir y compartir.
Carlos Fernández
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