AUTO DE FE
Cuenta el pobre los fósforos
y el rico sus palacios;
aquél se ha salvado de las
adulaciones
y el dinero.
Sus manos no pueden
aplaudir en la Escala de Milán,
pero poseen todos los
anticuerpos;
encuentran amor
donde el rey sólo halla su
soledad.
¡No rompan el orden!
¡No rieguen el
rompecabezas!
Hay quien se preocupa por
el verdugo
pero ya es cómplice de la
neoplasia,
hay quien huye
desesperadamente del incendio
y ya se lo comió la
bacteria.
Pierde el tiempo quien
sonríe a los inspectores,
quien sube al palo de la
escoba,
quien hace una estadística;
pero ignora el súbito
guiño de la estrella,
lo que fulgura después del
tiro de gracia.
Tal vez sin notario
he matado un insecto
invisible que volaba.
La zarpa que clavó hoy el
gato
no es menos certera que
mis uñas.
Todos esperan que me
mustie como una tonta,
que me envilezca la
primera arruga;
pero yo amo el tiempo y
sus transfiguraciones
cómicas.
Creo en las galaxias y en
los virus,
soy un animal tremendo.
Debiera estar cansada de
la vida;
sólo me canso de morir.
Perdónenme este trajín con
la ternura,
este nomeolvides que
asfixio de un plumazo,
este dolor
tan duro que coloqué en el
ala.
(¿Me habrá hecho daño la lágrima
o el semen?)
Perdónenme…
hablaba de los otros y se
me fue lo mío.
¡Qué golpe de carótidas
al socorro del alba!
¿Pero no somos todos uno
mismo?
Me trepo a la esperanza
entonces.
(Si nace el héroe es
porque ha muerto un asesino).
Creo en tus partos,
tierra.
Por eso juro por el
hombre.
Carilda Oliver Labra
Cuadro: "La bella y sus fantasmas" de Miguel Oscar Menassa
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